Homenatge a Joan Lluís Vives (1492-1539)
Certament ha estat una experiència emotiva -i
gratificant alhora- la d’ haver participat en l’homenatge al primer dels
nostres intel·lectuals, Joan Lluís Vives, valencià europeu i universal, al
claustre de la Nau, de la Universitat de València.
Els actes s’han desenvolupat, conduïts
pel vicerector Ariño, amb la intervenció del professor Daniel Benito, en la
glossa –que es transcriu més avant- de la figura de l’humanista i la referència
al decurs de l col·locació de l’estàtua del Claustre; i de Francesc Hernàndez,
en la coordinació de la lectura de les cartes dels Jurats de València a Vives i
al monarca Carles I, en demanda dels seus bons oficis –al primer- i del
veredicte en favor de l’Estudi General –al segon-. Tot agradosament i artísticament
amenitzat, a intervals, pel Cor Universitari i conclòs amb el “Gaudeamur
Igitur” de rigor.
Tot seguit encara hem fet l’itinerari
al què al·ludeix el propi Vives al “Diàleg” XXII –que es transcriu desprès-,
amb l’anècdota dels estudiants “perdularis” que fan tard a classe, per
enjogassats i entretinguts camí de l’escola... fins arribar a la placeta de
Valldaura –Margarida, l’esposa de Vives- on s’alçà la casa dels Vives, a
València, amb una estàtua del “valentinus” i la llegenda que encapçala el text
del Dr. Benito i que confirma allò de què “ningú no és profeta a la seua
terra...” Va la intervenció del professor:
1.
Glossa
biogràfica:
"Conmemoramos
hoy en aniversario de su fallecimiento en Brujas, a los 48 años, pero nació un
6 de marzo muy cerca de aquí, en la calle de la Taverna del Gall, que hoy se llama de Luis Vives. En el cabo de esa
calle frente a la actual plaza de Margarita de Valdaura, se levantaba la casa
de su padre, junto a cuyos restos se ha de inaugurar en breves momentos el
monumento que hoy le dedica su ciudad natal.
Luis
Vives es sin duda alguna el valenciano más ilustre y universal de todos los
tiempos, y a través de su nombre y su reivindicación personal de valencianía
nuestra ciudad fue en su época, y es ahora conocida con el vínculo más
honorable y admirable que pudiéramos desear. Egregio pensador europeo y
decidido humanista es autor de una obra
amplísima, tan valiosa por su profundidad como por su apertura de mente y
novedosa modernidad.
Fue
no solo colega sino amigo de los mejores de su tiempo, desde el más reconocido
de los intelectuales de entonces, Erasmo de Rotterdam, hasta el respetado
humanista y hombre de estado Tomas Moro, superándolos a todos en el
atrevimiento de algunas de sus concepciones, transformadas en convicciones. No
solo por entender como nadie el sentido y funcionamiento de la ciudad, que en
su tiempo empezaba a perfilarse como soporte fundamental de la civilización europea
y la cultura moderna, sino especialmente en su consideración de la mujer y sus
capacidades Frente a quienes estimaban necedad el intento de instruirlas, Vives
alaba sin reparos en sus escritos a mujeres que consideraba modelos de la mayor
altura intelectual y moral.
Defiende
la consideración de las mujeres, con independencia del sexo, como personas,
seres humanos tan dignos y dotados con las mismas capacidades y posibilidades
que pudiera poseer cualquier varón. Reclama su derecho a la educación y la
conveniencia de procurarles incluso estudios superiores a quienes fueran
capaces de ello. En efecto, el Vives educador, es una de sus facetas más
admirables y atractivas, y ejemplificó esta convicción ocupándose personalmente
de la formación de mujeres que asombraron a sus contemporáneos por su refinada
y completa educación, así como por su sensibilidad e inteligencia como: Mencía
de Mendoza y María de Tudor.
Pertenecía
a una distinguida familia de judíos valencianos obligados a convertirse al cristianismo para proteger su
vida y propiedades, y para evitar ser expulsados o condenados, pero algunos
siguieron practicando el judaísmo en lo que sus enemigos consideraron una
sinagoga clandestina, dirigidos por Miguel Vives, un primo hermano de su padre.
Tras ser descubiertos el 20 de marzo de 1499 tuvieron que soportar un largo y
oneroso proceso por parte de la Inquisición.
Juan Luis había nacido en 1492, el
mismo año de la conquista del Sultanato de Granada y de la expulsión forzosa de
todos los judíos españoles. Entre los quince y los diecisiete años estudió en
la recién creada Universitat, pero en
1509, su padre alarmado por el cariz que iba tomando la investigación
inquisitorial se decidió a enviarle a terminar sus estudios a Paris, y más
tarde a Brujas, donde además desposó a Margarita de Valldaura, una dama bella,
culta e inteligente que pertenecía a una de la familias de mercaderes conversos
valencianos exilados y residentes en aquella ciudad, una mujer admirable que
sin duda inspiró sus pensamientos y convicciones.
El angustioso proceso contra su
familia continuaba y Vives, ya lejos de Valencia, se enteró de que su previsor
padre había sido condenado y quemado en 1526, tras la confiscación de todos sus
bienes, que se repartieron entre sus acusadores anónimos y el santo tribunal.
Poco tiempo después, en 1529, cuando sus hermanas solicitaron el reintegro
parcial de la dote materna e intentaron recomprar sus casas familiares, Blanca
March, aunque fallecida en 1508, fue condenada a ser desenterrada y quemada.
A pesar de ello, y de no atreverse
jamás a volver a su inhóspita ciudad natal, Vives, que desarrollo su brillante
carrera por varios países de Europa, se dio a conocer como valenciano y firmó
siempre con el apelativo valentinus
sus notabilísimas obras literarias y otros escritos, en los que destaca la modernidad de su intención crítica y pedagógica.
En una de ellas, redactada en su
madurez, Lingvae latina exercitatio, compuesta por unos graciosos diálogos
cuya intención es instruir a los jóvenes en la lengua latina al mismo
tiempo que introduce amenas cuestiones sobre moral y conducta social, evoca sus
recuerdos infantiles. En ellos aparecen sus camaradas, profesores y otros
personajes en situaciones que tienen como marco, las casas, los edificios
públicos, y las calles y plazas de la ciudad, que pinta con conmovedora
precisión y vivacidad. Asombra la capacidad de memoria en lo minucioso y exacto
de las referencias urbanas, así como su capacidad para lograr estar al día en
cuanto a los progresos y novedades de una ciudad en la que faltaba desde su
juventud temprana.
Aunque alejado de su patria se preocupó del
florecimiento de los estudios universitarios y en su de carta en 1527 propuso
el fomento del cultivo de las humanidades a los Jurats, en cuanto patronos del Estudi
General de València, al que se refiere en algunas de sus obras."
2 Història
de la col·locació de l’estàtua al Claustre:
Hay un lugar nada más entrar en la
Universidad, que habitualmente se llena de barro a causa de la lluvia, el polvo
y el tránsito de los estudiantes. Apenas lo franqueas, encuentras unas
empinadas escaleras, que conducen a unos aposentos y aulas bien equipados, en
los que se da clase, un espacio ciertamente muy idóneo para los mejores
profesores, que espero han de venir en el futuro.
El vestíbulo está en ocasiones en penumbra, no
obstante el pórtico no deja de ser agradable. Al pie de las escaleras hay una gran
piedra azul junto a la cual se reúnen los libreros, cuando tienen alguna
novedad, para vender los libros.
Virginis Dei Parentis Ovatio
"És un gran honor parlar del més admirable dels nostres conmilitons i sent
una gran alegria per participar en aquest homenatge al valencià més il·lustre
de tots els temps, aportant algunes informacions.
La seua estàtua presideix aquest claustre de l'Estudi General de la
Universitat pel designi i per l’obstinació personal d'un dels millors rectors
que ha tingut aquesta acadèmia en els seus cinc segles d'existència: el Dr. D
José Montserrat i Riutort.
Jose Montserrat (1814-1881), metge, químic i bioquímic insigne, promotor de
la indústria química, a més d'eminent pioner de la fotografia amb finalitat
científica, fou un dels introductors del darwinisme i la microbiologia a la
nostra universitat. Impulsor de la construcció de la Facultat de Medicina, que
s'alçava fins al 1960 al costat de l'antic Hospital General, al carrer Guillem
de Castro, va introduir importants novetats tècniques i moltes mesures
modernitzadores de l'ensenyament y de les instal·lacions de la Universitat, de
la qual va ser rector entre 1874 i 1880.
Acabades les obres del claustre de l'Estudi General, va considerar que una
estàtua de Lluís Vives havia de presidir des del seu centre la vida acadèmica,
i va aconseguir dur a terme la seua intenció tot i
la forta controvèrsia plantejada pels elements més conservadors. Per
aquest efecte comptà amb la col·laboració dues
persones de gran vàlua: el jove però prestigiós
escultor Josep Aixa, que la va modelar, i el famós fonedor Vicent Ríos.
José Aixa Íñigo (1844-1920) fou professor de l'Acadèmia de Belles Arts de
Sant Carles. Personatge clau de l'àmbit artístic en la transició del segle XIX
al XX, s'havia format a Alemanya i fou a més restaurador dels principals
monuments de la ciutat, on va intervenir als edificis més emblemàtics.
L'escultura de Vives es fongué als tallers de La Primitiva Valenciana per Vicent Ríos Enrique (1841-1900), un
professional de reconeguda mestria, màxim representant de la foneria artística
valenciana del segle XIX. Era un artesà polivalent en l'àmbit industrial i
l'artístic. De notable gust i d’acurada i minuciosa execució tècnica i
estètica; el seu treball es va caracteritzar per la cura en els detalls i la
perfecció dels acabats.
La realització en bronze de l’estàtua, d'una sola peça, malgrat la seua
considerable grandària, (és molt més gran que jo)per
a evitar les marques de soldadura, representà un gran repte per a la perícia en
l'art de fondre de Ríos. Una dificultat que pogué resoldre a l'octubre de 1880
mitjançant un reeixit control tècnic de la colada que va entusiasmar els seus
contemporanis.
La inauguració del monument tingué lloc el 6 de març de 1881, data del natalici de Vives, i des d'aquest moment
la seua estàtua es convertí en un símbol molt estimat de la Universitat de
València, amb una rellevància i una importància com a emblema que perdura fins
els nostres dies."
Gràcies.
Daniel Benito Goerlich
I ara el simpàtic text del “Diàleg” XXII:
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